El triunfo de Donald J. Trump a la presidencia de los Estados Unidos de América para nadie debió ser ni completamente inesperado ni del todo inexplicable
Por RODRIGO HERNÁNDEZ MIJARES
MEXICALI.-Este miércoles fue uno de esos días intolerables ante la cacofonía de voces y remedos de noticias, que al final ni dan respuestas ni entendimiento al ciudadano. Al público de los medios masivos de comunicación. Día intolerable entre tantos opinadores a sueldo, periodistas mercenarios, verdaderos merolicos disfrazados de analistas y expertos. Tristemente a ti lector, no te darán respuestas ni entendimiento.
El triunfo de Donald J. Trump a la presidencia de los Estados Unidos de América para nadie debió ser ni completamente inesperado ni del todo inexplicable. Para comprender estas elecciones, antes de hablar de ellas por sí, se necesitan datos y conocimientos clave que a los mexicanos no han sabido darnos en los medios, y si acaso poco, en las mal llamadas universidades.
Donald Trump como candidato fue más exitoso de lo previsto incluso por sus propios equipos de campaña. Y para el propio partido que lo tuvo que postular. Su triunfo es el resultado de largos procesos sociales, económicos, políticos y culturales que no han sabido explicarnos en millones de copias de diarios impresos, interminables horas de analistas llenando espacio en la televisión, miles de artículos electrónicos que empujan el discurso de quien les paga mientras esconden lo que deberían estar informando.
Trump es el terrible síntoma de la enfermedad, no el virus causante. Pero su campaña fue un chiste que terminó mal. Él no pretendía ganar ni siquiera la nominación del Partido Republicano. Según su propio equipo de campaña, el primer grupo que renunció antes de ser seguido por y más renuncias; nos lo dijo pero nadie quiso escucharlos. Fueron contratados para poner a Trump en el segundo lugar de la contienda interna. Su charada publicitaria funcionó tan bien, y fue tan grotesca la cálida recepción de gran parte del electorado, que a pesar de las renuncias, las denuncias de violación, las risibles declaraciones y propuestas de campaña, que a pesar de ser el político más desprestigiado de toda la elección (58% promedio de diversas mediciones) la terminó ganando.
Por eso hoy es importante sentar una base y explicar algunos asuntos clave de porqué perdió, merecidamente, Hillary Clinton (54% promedio de opinión desfavorable). Y en cambio porqué ganó Trump.
Bill Clinton durante su presidencia transformó al Partido Democráta en el nuevo Partido Republicano. Destruyó al interior su plataforma, conservando su estructura, y parece que nadie se quiso dar cuenta hasta más de 10 años después. Con Clinton los Demócratas se movieron a la derecha, y los republicanos brincaron tanto más al extremismo conservador que terminaron destruyendo su propio partido y eligiendo a Trump.
Ejemplo de lo anterior es la derogación de la Ley Glass-Steagall durante su presidencia. Ella separaba a la banca de depósitos en que las empresas y personas podían llevar sus cuentas del día, y la banca de inversión. Por ello la depresión de 2008 no fue ni nueva ni impredecible tampoco ¿Porqué? Porque el estadista que recuperó el camino para los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt la firmó y promulgó en 1929 justamente para evitar se repitiera la caída de la bolsa de valores.
En 1999 Bill Clinton se encargó de cumplir los deseos de los banqueros que la querían desechar desde mediados de los 70´s, y como resultado inmediato de la derogación se permitió la creación de Citigroup. Justo a tiempo para el estallido de la Burbuja Punto Com del año 2000.
Prominentes figuras Demócratas siguieron desfilando otro par de décadas más, como Barney Frank, participando en esa transformación y completa alineación con Wall Street en su ignominia ante la desvaneciente clase media y problemas crecientes. La misma Debbie Wasserman Schultz es una de esas figuras, de quien abundaré más adelante.
La desaparición de la clase media, el regreso de las Guerras Culturales, el levantamiento del electorado Evangélico, el recrudecimiento de la Guerra Contra Las Drogas, la aparición de Internet y los medios informativos electrónicos, y el fracaso de los Medios Corporativos son otros puntos clave. Al igual que la corrupción desmedida de la Convención Nacional Demócrata y la trampa contra Sanders son imprescindibles para revisar lo acontecido.
Además de esta alineación con el 1% y el desinterés por el público general, la corrupción desmedida antes conocida pero ahora innegable del Partido Demócrata quedó expuesta a mayor profundidad con los documentos difundidos por Wilikeaks. Por décadas traicionaron a sus votantes.
No escuchar al electorado y bloquear a Sanders con las trampas sistémicas que bien conocemos los mexicanos hizo toda la diferencia en puntos electorales que hubieran podido salvar a Clinton. Tan sólo si hubiera ganado rectamente sin dolo, no habría un presidente Trump. Vimos supresión del voto en las diferentes elecciones primarias por estado, supresión del registro a electores independientes (no registrados con ningún partido político) o simpatizantes de Sanders. Millones de boletas descartadas y sin contar a favor de Sanders. Patrón que se repitió en estados desde Nevada, Arizona y trágicamente en California.
Debbie Wasserman Schultz y mucha gente como ella en el Partido Demócrata, es otro ejemplo de las causas de la derrota de Clinton. La claramente corrupta y fraudulenta jefa de la Convención Nacional Demócrata (DNC por sus siglas en inglés), orquestadora del hurto contra Sanders. Al ser descubierta arreglando la elección primaria, fue bien premiada por Hillary como Directora de Campaña. Una historia muy a la mexicana.
Aliada de Wall Street, la joven estrella de Florida quedó exhibida en 2011 al votar en contra de los paquetes de reforma a la industria prestamista y bancaria. Desde ahí Wasserman creció su carrera en la cima de su partido.
El fracaso de los Medios Corporativos pactados con Clinton va de la mano del fracaso de las Ciencias Sociales y de los métodos de investigación tanto cuantitativos como cualitativos. No pudieron explicar lo que pasaba y ocultaron información sobre la Demócrata. Sus mediciones no sirvieron. Tantas y tantas encustas fallaron en reflejar la realidad política. No trascendió el discurso de académicos y expertos que intentaron vender un producto al público.
La elección no fue necesaria para demostrar el fracaso de tantos y tantos llamados expertos, politólogos, economistas y cantidad de rentistas que viven de los medios, los partidos, y las elecciones. Sirve como pretexto para agruparlos y ejemplificar todo eso en un suceso.
La inescapable corrupción de las agencias de noticias. Cada vez más controladas por las mismas manos e intereses. La ilusión de información. La ilusión de equilibrio y transparencia. La ilusión de la multiplicidad de opciones. Todas vencidas ante el acceso que tenemos al alcance de los dedos usando una computadora o teléfono celular.
Relució la información filtrada de las listas de periodistas que asistieron a fiestas y encuentros con Clinton y su equipo. Conocemos los correos electrónicos que ejemplifican los temas y ¨talking points¨ enviados a los medios para atacar a Trump o minimizar los inacabables escándalos de Clinton. Las preguntas que la mal llamada periodista Donna Brazile filtró a Hillary previo al debate donde Brazile misma fue moderadora.
Otro ejemplo de esta corrupción mediática fue la destrucción de la sátira política. La salida de figuras como Jon Stewart y en cierta medida la de Stephen Colbert nos dan claves. La verdadera comedia fue reemplazada por órdenes de sus corporaciones como Viacom, Comcast o Time Warner que han donado a los Clinton a través de su fundación, y varias específicamente a su campaña iniciada en 2015. No llegaron muy lejos las defensas articuladas por conductores como Bill Maher, Jon Oliver ni Trevor Noah.
Hablando de dinero, pocos se atrevieron a informar en los medios que existió una campaña financiera muy bien estructurada por Clinton para engordar su egoísta intento electoral. En resumen, se estima que hasta el 90% de las donaciones recibidas por la DNC para esta elección fue dominada y restringida mediante sus Súper PACs. Amenazaron y obligaron a las oficinas pequeñas del partido y sus candidatos a todo tipo de elecciones estatales a alinearse y trabajar sin fondos que debieron ser destinados a los candidatos de todo el país. Los resultados globales de los Demócratas lo demuestran. Las pérdidas fueron aplastantes.
Pero al final la derrota de Clinton es la derrota y fracaso de las empresas noticiosas. Del ¨Mainstream Media¨, de la ¨Corporate Media¨, del formato ¨Cable News¨. Hubo sectores poblacionales que sí supieron informarse. La información se dio a conocer. Los Wikileaks y los movimientos populares como el arrancado por Bernie Sanders se encargaron de cobrarle a Clinton sus culpas. Ni el New York Times, ni CNN, ni MSNBC la pudieron salvar.
La continua erosión de la Clase Media, las deportaciones masivas de indocumentados, el alto costo de los servicios de salud y hospitalaria, la corrupción de los partidos, la corrupción de Wall Street, un sistema que no castigó a ningún banquero por la caída de 2008, la trampa contra Sanders y varios ejemplos más fueron trivializados por una persona que exigía el voto por su sonrisa y récord inflado; y bien aprovechados por un narcisista demagogo que se divirtió rompiendo entre las fisuras de un sistema que lastimó a las mayorías.
A esto hay que sumar que la idiotez de la izquierda regresiva y su agenda frívola hizo ver como inteligente y racional a muchos conservadores y sus ideas. Justo como un reloj descompuesto marca bien la hora dos veces al día. La Derecha Alternativa y sus horribles exponentes resultaron estar del lado correcto de algunos pocos temas, ganando legitimidad con ello.
Existe una premisa sólida que razona que tanta Corrección Política y ligereza de algunos sectores activistas ayudaron a crear a Trump. Empujaron que ese personaje surgiera. No lo hizo ganar votando por él, pero le preparó el camino para que despegara su plataforma y tomara más legitimidad de la merecida.
Hillary Clinton perdió la elección por sí misma. Es cobarde y vulgar culpar a los electores libres que no la quisieron a ella y votaron por Jill Stein o Gary Johnson. Si ella no pudo apalear a Trump…!vaya fiasco!
Pero Bernie Sanders trató de advertirnos. Le ganaba al republicano por seguro. Posiblemente por más de 10 puntos.
Y en otras noticias, damas y caballeros, Donald J. Trump es famoso por no cumplir sus promesas. Pero de eso hablaremos en otra columna.
El autor es Internacionalista y Especialista en Administración Pública y Políticas Públicas por el ITESM Campus Monterrey. Especialista en Estudios de Asia con enfoque en la República de Corea.
Todas las opiniones son responsabilidad del autor.