MEXICALI.-Del Micrófono al Trono: En el desierto político de Baja California, donde el sol de la ambición quema más que el de Mexicali, Gustavo Macalpin sigue tejiendo su telaraña de venganza y popularidad. A sus 38 años, el abogado mexicalense –con credenciales de CETYS, George Washington y el Tec– ha mutado de delfín fallido de Morena a azote opositor, gracias a un despido en vivo que lo inmortalizó.
Hoy, el 24 de noviembre de 2025, una encuesta de Poligrama lo corona: ganaría la alcaldía en 2027 con el PAN, 10-15 puntos por encima del morenismo, según los datos que circulan en X y medios nacionales.
El detonante de esta resurrección fue su entrevista matutina con Azucena Uresti en Radio Fórmula (el 21 de noviembre de 2025), la reina de las mentiras de las mañanas radiofónicas que perdona al PRI y PAN, pero con Morena se va con todo, como si fuera el mismo diablo. Azucena, con su bisturí verbal, conectó a Malcalpin en vivo, para diseccionar la encuesta: el copete de Peña Nieto, arrasa en preferencias, dejando a Morena en segundo lugar.
«En México hoy da miedo meterte en la política», confesó el comunicador, con esa mezcla de falsa modestia y ego desbordante que lo define.
No lo dijo de frente, pero entre líneas se coló la bomba: «¿Candidato real? Por ahora, estoy contento con mi carrera; quiero ser voz nacional». Traducción: sí, buscaría la alcaldía, pero con pie en la puerta del PAN o quien pague más views.
Azucena, lo pinchó sobre el «miedo»: alusiones veladas a los «políticos honestos» que terminan en fosas o exilios, un guiño a su propia censura –ese 7 de octubre de 2024 cuando Luis Arnoldo Cabada lo sacó en vivo por soberbia y pullas al esposo de Marina, Carlos Torres.
Recordemos el pecado original: Macalpin, que rechazó la diputación morenista en 2024 por exigir la alcaldía (género lo frenó, pero su ego no), devoró 14 millones de pesos en publicidad oficial de la gubernatura mientras colocaba compadres en nóminas.
No contestaba ni el celular del dueño del Canal 66, creído intocable. Hoy, tras revender roscas de Costco y lives anti-Morena, esa traición lo catapulta.
La encuesta Poligrama no miente: en Mexicali su imagen de «censurado» suma votos, pero como likes en TikTok.
El flirteo con la política huele a revancha: de amigo de universidad de Marina del Pilar a enemigo acérrimo, asando carnitas en plazas cívicas y organizando protestas con celulares como antorchas.
En la charla con Uresti, evadió compromisos –»crezco como comunicador»–, pero el subtexto grita: 2027 es mío. Morena tiembla; el PAN babea.
Macalpin no es héroe ni villano puro –sus chistes clasistas y misóginos lo delatan–, pero encarna la grieta en la 4T bajacaliforniana. ¿Alcalde o mártir? Con Azucena de megáfono, apuesto por el primero. En México, la soberbia no mata; multiplica.
En el polvoriento ring de la política bajacaliforniana, donde el calor de Mexicali funde las certezas como a un elote en la comal, emerge Gustavo Macalpin como un gladiador improbable: abogado de copete impecable, conductor de noticieros con lengua afilada y, ahora, aspirante a alcalde que sueña con tumbar el monolito morenista. El ascenso ilustra el malestar en el Valle de Mexicali: sequía, inseguridad y un PAN desdibujado claman por voces frescas. Si Morena lo ve como amenaza, es porque lo es: un micrófono que no se apaga, un candidato que transforma despidos en votos.