El Caso Sopas
MEXICALI.- Excitado ante la posibilidad de recibir una fuerte cantidad de dinero, el conductor del Canal 66 Heriberto Norzagaray Norzagaray, se fue de bruces, no se anduvo por las ramas y puso sobre la mesa el pago de una suma de dinero para empezar a negociar.
Los audios de extorsion telefónica palidecen frente a la grabación de la charla entre el conductor del Canal 66 y el director de Comunicación social del gobierno del estado, Raúl Reynoso.
«¡Claro que puedes!» le responde el conductor y productor del programa Sopas, que se transmite de 7 a 8 de la mañana por Canal 66, y que dirige Luis Arnoldo Cabada, cuyo nombre se menciona en la charla de Norzagaray con Reynoso Nuño.
El conductor pedía dinero en efectivo y sin facturar. No sabía que lo estaban grabando. Le subrayó -a funcionarios públicos- que sí podían hacer uso de dinero público para satisfacer su demanda.
Se escucha en la grabación la voz del conductor, no hay píe a la duda: «No es ni tanto, y sabes que como se mueve la lana, que no audita». Exhibiéndose así mismo como amplio conocer del desvío de recursos públicos en Baja California.
Como en una obra de teatro, un guión estructurado, su oferta lo exhibe así mismo, un amplio conocedor de las prácticas de corrupción en la relación entre medios y poder político en la entidad.
Es un millón 400 mil pesos, subrayó el copnductor en la charla con funcionarios públicos, y donde se refirió de manera indirecta el uso de la nómina secreta que aseguró saber que «no se audita». Aquí el actor deja en evidencia de mabera cruda, cómo se puede robar el dinero de la gente a cambio de seguir engañándola, en esta ocasión a través de un medio de comunicación, el Canal 66.
Esto pone en el ojo del huracán al Grupo Intermedia. El teleauditorio y los patrocinadores están observando en tiempo real como se desdobla un personaje que se vende, que se oferta de manera actoral, considerando al Gobernador como un personaje de su obra de teatro que ofrece venderles a cambio del pago retroactivo, como si fuera salario caído, y la mitad es en efectivo y la otra parte facturado, también pretende engañar al dueño de la estación de televisión Luis Arnoldo Cabada.
MODUS OPERANDI
Sin duda, este caso deberá ser objeto de un análisis más profundo, una reflexión donde se involucren los periodistas, académicos, políticos, empresarios y sociedad civil, para que no se vuelva solo un hecho anecdótico sino que sea un punto de inflexión en la relación entre el Estado y medios de comunicación en la entidad.
Hay muchos antecedentes de este tipo, documentadas ampliamente y que han quedado en la impunidad.
Con la autopsia que se hace a esa relación podrida, corrupta y perversa para callar, elogiar, excluir y «golpear» al adversario calumniándolo como sea, a cambio de un dinero que proviene de la contribución de los ciudadanos, los bajacalifornianos estamos viendo una puesta en escena que confirma todo y aporta mucho para que no se repita.
En su estrategia, el extorsionador ofrece convertir al gobernador en un actor que habría de seguir su guión para salvarlo. Dice que sería de manera gradual para que la gente no lo percibiera, y que para ello construiría una cortina de humo, distractora, enfatiza, mientras esboza una sonrisa perversa en su rostro queriendo persuadir a su interlocutor, de que él sabía lo que hacía, porque él es un «actor» y sabe de «comunicación».
En su afan de convencerlo se expresó en términos de los sicarios que se ofrecen a ir por otros, por consigna gubernamental, para usarlos como chivos expiatorios, mientras sus «críticas» las habría dirigir a Morena y el senador Marco Antonio Blasquez, a quien por cierto no deja de cobrarle con sus señalamientos algo que no le cumplió.
Otro rasgo de su Modus Operandi es continuar presentándose como un comunicador crítico, buscando que el teleauditorio le siga creyendo. Como si estuviera dirigiendo una obra de teatro que pone de manifiesto la condición más ruin del ser humano, que no se deteiene ante nada con el afan de conseguir dinero.
Ofrece al gobernante salvarlo, como si fuera él un manto de la purificación y dueño de las conciencias del público, el cual él se imagina puede manipular a su antojo.
Este tipo de prácticas no son nuevas, como ya hemos dicho y documentado. Lo nuevo es que ahora, gracias a las redes sociales podemos compenetrarnos en las entrañas y la parte más obscura, y podrida de esta relación que existe entre el Poder Político y medios de comunicación en Baja California.
Quienes hemos venido luchando en contra de esta relación perversa, y hemos sufrido sus consecuencias, hemos propuesto caminos a seguir en materia legal, para transparentar el manejo del recurso público destinado a la promoción gubernamental.
No se trata de un asunto personal, sino de avanzar en una ruta posible de cambio, y cerrarle el paso a este tipo de personajes que en nada ayuda al tipo de periodismo y de opinión pública que le hace falta a Baja California y al país.