MEXICALI, B.C. – Mientras el país se viste de cempasúchil y calaveritas, en las calles de Mexicali el Día de Muertos huele a ausencia, a nombres grabados en cartón y velas que no alcanzan a iluminar el abismo.
Foto Jaime Delgado
Irma Leyva, la guerrera incansable que desde el 11 de febrero de 2007 busca a su hijo Diego Alonso Hernández, levantó un altar improvisado en el corazón del Valle de Mexicali. No es ofrenda para difuntos: es grito por los vivos que el desierto se tragó.
Altar para desaparecidos de San Felipe. Foto Jaime Delgado
Desde este modesto altar pide que renuncie la Fiscal María Elena Andrade, y que pongan investigadores competentes para dar con los y las desaparecidas, además de llamarle la atención a la gobernadora Marina del Pilar.
Junto a «Madres Unidas y Fuertes» –el colectivo que fundó con puño de hierro y lágrimas de madres rotas–, Leyva honró a los más de 1,400 desaparecidos en Baja California, con foco en los 500 de Mexicali y los 200 del municipio de San Felipe.
Fotos desvaídas de jóvenes como Diego, velas derretidas por el sol implacable, copal ahumado que pica en la garganta y manteles bordados con frases como «Ni uno más».
Foto Jaime Delgado
El acto, montado en la casa de la familia Leyva acudieron familiares y amigos.
En un México donde el Día de Muertos celebra el regreso, para estas madres es recordatorio de ida sin vuelta. Leyva, pionera que ha plantado la semilla de la resistencia, exige justicia y la renuncia de la Fiscal General del Estado, María Elena Andrade, quien he metido a personas incompetentes a realizar las labores de investigación de desaparecidos.
El altar arde bajo el sol de noviembre, pero el fuego real quema en sus pechos. Mientras el gobierno habla de «crisis humanitaria», aquí en el desierto, las madres no esperan milagros.