MEXICALI.-La gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila Olmeda, enfrentó en mayo de 2025 una crisis política inusual conocida como la «carnita asada masiva», una protesta ciudadana en Mexicali que combinó la tradición culinaria con la exigencia de su revocación de mandato.
Esta movilización, que reunió a miles de personas según organizadores, fue impulsada por el descontento ante la inseguridad en el estado y la revocación de su visa estadounidense, junto con la de su esposo, Carlos Torres, por presuntas investigaciones en Estados Unidos. La protesta, amplificada en redes sociales, marcó un punto crítico en su gestión, evidenciando una caída en su popularidad del 22%, con solo un 40% de aprobación según encuestas de junio de 2025 (en encuestas no difundidas públicamente).
Sin embargo, la gobernadora ha logrado mitigar parcialmente esta crisis. Su respuesta incluyó un discurso de respeto a las protestas, la negación categórica de vínculos con el crimen organizado y la celebración de operativos federales, como la captura de «El Flakito», líder del Cártel Arellano Félix, para reforzar su narrativa de compromiso con la seguridad.
Además, organizó una «carnita asada» de respaldo en Tijuana, convocada por Morena, que atrajo a miles de simpatizantes, aunque con críticas por presunto acarreo. Su agenda reciente, enfocada en programas sociales como «Becas que Transforman» y apoyos a personas con discapacidad, busca proyectar cercanía con la ciudadanía.
A pesar de estos esfuerzos, la crisis no está completamente superada. Las especulaciones sobre nexos con el crimen, alimentadas por reportes de presión estadounidense para investigar a políticos mexicanos, persisten.
La opacidad en torno a la revocación de su visa y la percepción de una gestión cerrada, con eventos controlados, siguen erosionando su credibilidad. La oposición, liderada por el PAN, capitaliza el descontento, mientras Morena y la presidenta Claudia Sheinbaum la respaldan, minimizando las protestas.
Marina del Pilar ha contenido el impacto político de la «carnita asada», pero la desconfianza ciudadana y los señalamientos externos mantienen la presión. Su capacidad para recuperar legitimidad dependerá de resultados tangibles en seguridad y transparencia en los próximos meses.